viernes, 23 de enero de 2009

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 5ª PARTE

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 5ºPARTE

La excitación flotaba una mañana en el aire cuando el pequeño grupo formó el circulo habitual de cara al este. Un indicio de color indicaba apenas la llegada del alba. Mujer Espíritu se situó en el centro y reemplazó al Anciano de la Tribu, que había concluido su parte de la adoración matutina.
En el centro de nuestro semicírculo, Mujer Espíritu alzo las manos por encima de la cabeza para ofrecer su talento al invisible público celeste.Se brindaba como medio de expresión por si aquel día la Divina Unidad deseaba actuar a través de ella. Además deseaba compartir su talento conmigo, la Mutante adoptada en aquel “walkabout”.
Al concluir la petición dio las gracias con tono alto y enfático. El resto del grupo se unió a ella, gritando su gratitud por los dones del dia aún no manifestados. Según le dijeron, normalmente todo esto se hacía en silencio, gracias a su perfecta comunicación mental, pero lo habían realizado respetando sus limitaciones porque era novata todavía en recibir la telepatía mental, y además era su huésped.
Ese día caminaron hasta bien entrada la tarde. A lo largo de la ruta habían encontrado muy poca vegetación.
El silencio se rompió al atardecer cuando alguien avistó un bosquecillo de árboles enanos. Eran unas plantas de extraño aspecto, con tronco de árbol que se extendía por la parte superior como un arbusto gigante. Eso era lo que Mujer Espíritu había pedido y esperaba.
Mujer Espíritu le cogió de la mano, la llevó hasta los árboles y señaló algo. Ella miró, pero no vio nada. Su excitación la indujo a mirar de nuevo. Entonces descubrió una gran telaraña. Su dibujo era grueso, complejo, y reluciente, con cientos de hilos entretejidos. Al parecer había otras iguales en varios árboles. Ella dijo algo a Outa, quien la conminó a elegir una. Ella no sabía lo que debía buscar, pero había aprendido que los aborígenes elegían por intuición. Señaló una.
Mujer Espíritu saco entonces de su bolsa un aceite aromático y untó toda la superficie redonda de la piel curtida en forma de pandero. Quitó todas las hojas que quedaban lejos del objeto de su interés y luego, colocando la superficie untada de aceite cerca de la telaraña, con un rápido movimiento hacia delante, la saco entera y expertamente enmarcada sobre la piel. Se quedó mirando mientras los demás se acercaban, elegían una telaraña y cada una de las mujeres repetía la misma operación con una de las pieles redondeadas.
Mientras se entretenían con este juego, los demás miembros de la tribu se habían ocupado en encender fuego y encontrar comida para la cena. ´Esta consistió en varias de las enormes arañas de los árboles enanos, unas raíces y un nuevo tubérculo que ya había comido antes y que se parecía al nabo.
Después de la cena, se reunieron en torno al fuego como cada noche. Mujer Espíritu le explicó su talento. Cada ser humano es único, y a cada uno de nosotros se nos otorgan ciertas características que son excepcionalmente fuertes y que pueden llegar a convertirse en un talento. Su contribución a la sociedad era la de Evocadora de Sueños.Todos soñamos, le dijo. A nadie le preocupa recordar sus sueños ni aprender de ellos, pero todos soñamos. “Los sueños son la sombra de la realidad”, explicó. Todo lo que existe, lo que ocurre aquí, se encuentra tambien en el mundo de los sueños. Todas las respuestas están allí. Las telarañas especiales se utilizan en una ceremonia de cánticos y danzas que sirven para solicitar la guía del universo a través de los sueños. Luego, Mujer Espíritu ayuda al soñador a comprender el mensaje.

Tal como ella lo entendió, para ellos “soñar” significa “niveles de conciencia”. Hay un soñar ascentral cuando se remonta a la creación del mundo, un soñar extracorporeo como la meditación profunda, un soñar mientras se duerme…
La tribu utiliza a los evocadores de sueños para pedirles consejo en cualquier situación. Creen que pueden hallar la respuesta en un sueño si necesitan ayuda para comprender una relación, una cuestión de salud o el propósito de una experiencia determinada. Loa Mutantes sólo conocen un modo de soñar mientras duermen, pero los Auténticos tienen conciencia de los sueños estando despiertos. Sin usar drogas para controlar la mente, utilizando tan sólo técnicas de respiración y concentración, son capaces de actuar conscientemente en el mundo de los sueños.
Recibí instrucciones de bailar con la evocadora de los sueños. Girar sobre uno mismo da un gran resultado. Plantas con firmeza la pregunta en tu mente y la formulas una y otra vez mientras das vueltas. El giro más efectivo, según la explicación de los aborígenes, es un ejercicio que aumenta los vórtices de energía en siete puntos clave del cuerpo y que consiste en girar siempre hacia la derecha, con los brazos extendidos a los lados.
La gente de la tribu no sueña de noche a menos que lo desee. Consideran que las horas en que se duerme son importantes para el descanso y la recuperación del cuerpo. No es el momento indicado para dividir la energía en diversos proyectos. Ellos creen que la razón por la que los Mutantes sueñan de noche es que en nuestra sociedad no se nos permite soñar con los ojos abiertos.
A la mañana siguiente, Mujer Espíritu, le pidió a través de Outa que recordara mi sueño. Pensó que le sería imposible interpretar su significado porque no contenía nada que pareciera relacionado con Australia, pero aún así se lo contó. Le preguntó que sentía, que emociones suscitaban los objetos y cosas que habían aparecido en su sueño. Fue asombroso el modo en que lo interpretó, siendo totalmente ajeno a ella el estilo de vida civilizado con el que ella había soñado.
Llegó así a comprender que habría ciertas tormentas en su vida, que dejaría de lado personas y cosas en las que había invertido mucho tiempo y energía, pero entonces sabría lo que era sentirse equilibrado y tranquilo y podría evocar esa emoción en cualquier momento en que la necesitara o deseara. Aprendió que podía vivir más de una vida y que había tenido ya la experiencia de una puerta que se cerraba. Aprendió que había llegado un momento en que ya no podía seguir con las mismas personas, lugares y valores y creencias que antes tenía. Para que su alma madurara, había cerrado suavemente una puerta y entrado en un lugar nuevo, en una vida nueva que equivalía a un escalón espiritual más alto. Y lo que era más importante, no tenía que hacer nada con la información. Si sencillamente se limitaba a llevar a la práctica los principios que ella consideraba verdaderos, llegaría a influir en las vidas de quienes estuviera destinada a influir. Las puertas se abrirían. Después de todo, no era su mensaje, ella sólo era la mensajera.Se preguntó si alguno de los que había bailado con la Evocadora de los Sueños compartía los suyos. Antes de que pudiera formular la pregunta, Outa le leyó el pensamiento y dijo: “Sí, Hacedor de Herramientas quiere hablar”. Hacedor de Herramientas era un hombre anciano que estaba especializado no sólo en herramientas, sino también en pinceles, en utensilios de cocina, en casi todo. El había pedido consejo sobre dolores musculares. Su sueño trataba de una tortuga que al salir reptando del billabong, había descubierto que había perdido las patas de un lado de su cuerpo y que estaba coja. Después de que Mujer Espíritu hablara con él sobre el sueño, como había hecho antes conmigo, Hacedor de Herramientas llegó a la conclusión de que había llegado el momento de enseñar su oficio a otro. Tiempo atrás le había encantado la responsabilidad de ser un maestro artesano, pero cada vez era menor el disfrute y mayor la presión que se inflingía a sí mismo, así que se le había indicado la necesidad de un cambio. Perdido el equilibrio entre trabajo y diversión, se había convertido en un ser descentrado.
En los días siguientes le ví enseñar a otros. Cuando le preguntó por sus dolores y achaques, se ahondaron las arrugas de su rostro al sonreirle y le dijo: “Cuando el pensamiento se hizo flexible, las articulaciones se volvieron flexibles. No mas dolor”.
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sábado, 14 de junio de 2008

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 4ªPARTE bis







Llevábamos juntos varias semanas cuanto se dio cuenta de que unos ojos la rodeaban cada vez que se aventuraba a alejarse del grupo. Cuando más densa era la noche, más grandes parecían los ojos. Finalmente las formas se perfilaron y pudo reconocerlas. Era una manada de temibles dingos salvajes que nos seguían.
Volvió corriendo al campamento, por primera vez realmente asustada, e informó del hallazgo a Outa. Él se lo dijo al Anciano. Todos los que se hallaban cerca de ellos se mostraban también preocupados. Esperó a oír las palabras, porque para entonces sabía ya que en la tribu de los Auténticos las palabras no surgen de forma automática; siempre `piensan antes de hablar. Podría haber contado hasta diez antes de que Outa le diera el mensaje. Se trataba de un problema de olor. Había empezado a oler mal. Todos los días de travesía sin poderse lavar ni limpiar cuando hacía sus necesidades Desgraciadamente no sabía que hacer. Miraba las caras de los otros y comprendía que hacía mala olor. El agua era tan escasa que no la podían desperdiciar bañándose. Sufría a causa de ese problema y ellos sufrían por su causa.
El Anciano le explicó, y no pudo olvidar nunca el tacto que tuvo para con ella, la situación y la solución definitiva. No les preocupaba por ellos mismos; la habían aceptado para lo mejor y para lo peor. Tampoco les inquietaba su seguridad, sino la de los pobres animales. Los tenía desorientados. Outa dijo que los dignos creían que la tribu acarreaba un trozo de carne podrida y que eso les estaba volviendo locos. Se echó a reír, porque ése era realmente su olor, como el de un pedazo de hamburguesa tirada al sol..
Ella dijo que apreciaría cualquier sugerencia que pudiera ayudarla. Así que al siguiente día, cuando el sol estaba en su cenit, cavaron juntos una trinchera, formando un ángulo de cuarenta y cinco grados, y se tumbó en ella.. Luego la cubrieron de tierra por completo; sólo la cara quedaba al descubierto. Dispusieron una sombra y la dejaron allí durante dos horas. Estar enterrada, completamente desvalida, y sin poder mover un solo músculo era toda una experiencia. Si entonces se hubiesen marchado, se habría convertido en un esqueleto allí mismo.
Comprendió el viejo refrán: “De la necesidad, nace el consejo”.
¡Funcionó ¡ Dejaron el olor tras ellos, enterrado en la tierra.
En el grupo había un hombre de treinta y tantos años que se llamaba Gran Restaurador de Piedras. Su talento consistía en hallar piedras preciosas. Recientemente se había añadido el “Gran”, porque a lo largo de los años había desarrollado una habilidad especial para encontrar unos maravillosos y enormes ópalos e incluso pepitas de oro en las zonas mineras, después que las compañías explotadoras hubieran abandonado las minas. Los Auténticos creían al principio que los metales preciosos eran superfluos. No se podían comer, y en una nación sin mercados no servían para comprar alimentos. Se valoraban tan solo por su belleza y por el uso que se les pudiera dar. No obstante, con el tiempo, los nativos descubrieron que eran muy apreciados por el hombre blanco, lo cual resultaba más raro incluso que su extraña creencia de que podían ser amos de las tierras y venderlas. La tribu utilizaba las gemas para financiar los gastos del explorador de la tribu, que iba periódicamente a la ciudad, y luego regresa con su informe. Gran Restaurador de Piedras, jamás se acercaba por las cercanías de una mina que seguía en funcionamiento porque a los aborígenes les persigue el recuerdo de aquellos antepasados suyos obligados a trabajar en las explotaciones mineras, donde entraban un lunes y no volvían a salir hasta el fin de semana. Cuatro de cada cinco morían. Habitualmente se les acusaba de algún crimen y eran condenados a trabajos forzados. También tenían que satisfacer ciertas cuotas, y muchas veces se obligaba a la mujer y a los hijos a trabajar con el reo; unas tres personas podían cumplir una cuota establecida para un individuo. Al parecer era muy fácil hallar alguna infracción para alargar las condenas. No había escapatoria posible. Por supuesto, aquella degradación de las vidas humanas era muy legal.
Aquel día en particular, Gran Restaurador de Piedras caminaba por el borde de un terraplén cuando la tierra cedió y él cayó por el risco hasta la superficie rocosa, seis metros más abajo.
Por entonces ya tenía unos buenos callos en las plantas de los pies, parecidos a aquella especie de pezuñas de sus compañeros, pero ni siquiera esa capa de piel muerta bastaba para caminar cómodamente sobre las piedras. Oyó el grito de Gran Restaurador de Piedras cuando ya volaba por los aires. Corrieron todos hasta el borde y miraron hacia abajo. Parecía un guiñapo, y se veía ya un oscuro charco de sangre. Varios miembros de la tribu corrieron cuesta abajo hasta la garganta y lo subieron en un santiamén haciendo uso de un sistema de relevos. No hubieran tardado menos si hubiese subido flotando. Las manos que lo transportaban parecían la oruga de una cadena de montaje.
Cuando lo depositaron sobre la pulimentada roca de la cima, la herida quedó a la vista. Era una fractura complicada y muy grave entre la rodilla y el tobillo. El hueso sobresalía unos cinco centímetros, a través de la piel de color chocolate con leche. Inmediatamente alguien se quitó una cinta del cabello e hizo un torniquete con ella alrededor del muslo. Otros miembros de la tribu empezaron a prepararlo todo para acampar allí aquella noche.
Se acercó poco a poco hasta quedar junto al herido.
Hombre Medicina pasaba las manos por encima de la pierna herida, a unos dos centímetros de la piel, con un suave movimiento deslizante, primero en paralelo y luego con una de arriba abajo y la otra al revés. Mujer que Cura le sonrió y habló a Outa, quién le tradujo su mensaje.




-Esto es para ti. Nos han dicho que tu talento, entre tu gente, es el de mujer que cura.
Nunca le había gustado la idea de que la curación de un enfermo dependiera de los médicos o de sus trucos, porque años atrás, cuando tuvo que enfrentarse con la polio, aprendió que la curación tiene una única fuente. Los médicos ayudan al cuerpo eliminando partículas extrañas, inyectando sustancias químicas o devolviendo huesos a su sitio, pero eso no significa que el enfermo vaya a curarse. De hecho, estaba convencida de que jamás ningún médico en ningún lugar país y en ninguna época de la historia ha curado a nadie. Cada persona lleva la curación en su interior. Los médicos son como mucho unas personas que han reconocido en sí mismas un talento individual, lo han desarrollado y tienen el privilegio de servir a la comunidad haciendo lo que mejor se les da y más les gusta. Aceptó los términos que Outa había decidido utilizar y convinió con los nativos en que también ella, en su sociedad, era considerada una mujer que cura.
Según le explicaron, el movimiento de las manos a lo largo de la pierna sobre la zona herida, sin tocarla, era un método para devolver la antigua forma de la pierna sana y para eliminar la hinchazón. Hombre Medicina le refrescaba la memoria al hueso para que reconociera la auténtica naturaleza de su estado sano. Con esto se eliminaba el impacto provocado al partirse en dos y abandonar la posición desarrollada durante más de treinta años. Lo que hacían era “hablarle” al hueso.
A continuación, los tres personajes principales del drama, Hombre Medicina a los pies, Mujer que Cura arrodillada a un lado y el paciente tumbado de espaldas sobre la tierra, empezaron a hablar con un sonsonete de plegaria. Hombre Medicina colocó las manos alrededor del tobillo. En realidad no parecía que tocara ni tirara del pie. Mujer que Cura hizo lo propio con la rodilla. Hablaban en forma de cánticos, cada uno de ellos diferente. En un momento dado alzaron la voz al unísono y gritaron algo. Debieron de utilizar un método de tracción, pero ella fue incapaz de verlo, explicaríamos tarde. Sencillamente, el hueso volvió a meterse por el agujero por el que asomaba. Hombre Medicina juntó los dos bordes de piel e hizo una seña a Mujer que Cura, que desató el extraño y largo tuvo que siempre llevaba consigo.Habrió el extremo inferior del tubo. La mujer apretó el tubo con la mano y de él surgió una brea negra, espesa y reluciente que utilizó para unir los bordes desiguales de la herida. No hubo vendajes, ataduras, entablillado, muletas ni suturas.
Pronto se olvidó el accidente y se ocuparon de la comida. Por la noche se hicieron turnos para colocarla cabeza de Gran Restaurador de Piedras sobre el regazo, de modo que viera mejor desde el lugar donde reposaba. También ha ella le tocó hacer un turno. Quería tocarle la frente y comprobar si tenía fiebre. Además deseaba tocar y estar cerca de una persona que, al parecer, había aceptado ser demostración viviente de sus métodos de curación en su honor.
Cuando tenía su cabeza sobre el regazo de la doctora, alzó la vista hacia ella, y le guiñó un ojo.
A la mañana siguiente, Gran Restaurador de Piedras se levantó y camino junto a ellos. No cojeaba en absoluto. Le habían dicho que el ritual practicado reducía el trauma óseo y evitaría que se inflamara la pierna. Era cierto. Durante varios días examinó de cerca y observó cómo se secaba la negra sustancia natural y empezaba a desprenderse. Al cabo de cinco días había desaparecido; sólo quedaban unas finas cicatrices en el sitio por donde había salido el hueso. ¿Cómo podía aquel hombre, que pesaba unos sesenta y cinco kilos, apoyarse en un hueso completamente partido, sin muleta y sin que le volviera a salir de sopetón por el agujero? Estaba maravillada. Sabía que los miembros de la tribu gozaban de muy buena salud en general, pero además parecían poseer un talento especial para resolver las urgencias.
Los que poseían talento para curar no habían estudiado nunca bioquímica ni patología, pero poseían las credenciales de la verdad, la intención y el compromiso con el bienestar físico.
Mujer que Cura le peguntó:
-¿Comprendes cuánto tiempo implica “para siempre”?
-Sí-replicó-. Lo comprendo.
-¿Estás segura?
-Sí, estoy segura.
-Entonces podemos decirte algo más. Todos los humanos son espíritus que sólo están de paso en este mundo. Todos los espíritus son seres que existen para siempre. Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre. Los Auténticos cierran el círculo de cada experiencia. No dejamos cabos sueltos como los Mutantes. Si te alejas con malos sentimientos en el corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante. No lo sufrirás una sola vez sino una y otra hasta que aprendas. Es bueno observar, es bueno aprender y almacenar la experiencia para ser más sabios. Es bueno dar las gracias, dejarlo bendecido, como vosotros decís, y alejarse luego en paz-
No supo nunca si el hueso de la pierna de aquel hombre se curó rápidamente o no. No tenía rayos X a mano para examinarlo antes y después, y él no era un superhombre, pero no le importó. No sufrió. No le quedaron secuelas, y en lo que concernía a los demás, la experiencia había terminado. Nos alejamos en paz, y era de esperar que un poco más sabios. El círculo se había cerrado. No se gastaron más energías, tiempo ni atención en él.
Outa le dijo que ellos no habían provocado el accidente.Sólo habían pedido que, si era por el supremo bien de la vida en todas partes, estaban abiertos a una experiencia con la que ella pudiera aprender en la práctica sus métodos de curación. Cuando se produjo, se sintieron agradecidos una vez más por el don que habían podido compartir con la Mutante foránea.
Ella también estaba agradecida aquella noche por la oportunidad de conocer las misteriosas mentes vírgenes de aquellos humanos a los que llamaban incivilizados
Debería haber comprendido que ellos le leían la mente y que sabían lo que pedía antes de expresarlo. Aquella noche hablaron largo y tendido sobre la relación entre el cuerpo físico, la parte eterna de nuestra existencia y un nuevo aspecto que no habían tocado antes: el papel de los sentimientos y las emociones en la salud y el bienestar. Dar agua a una planta o a un animal moribundos, o dar ánimos a una persona, proporciona tanta sabiduría sobre la vida y nuestro Creador como dar de beber a una persona sedienta. Cada uno de nosotros abandona este plano de la existencia con una tarjeta de puntuación, por así decirlo, en la que se refleja momento a momento el modo en que se han dirigido las propias emociones. Son los sentimientos invisibles e incorpóreos que llenan nuestra parte eterna los que marcan la diferencia entre los buenos y los menos buenos. La acción es tan sólo un canal mediante el que se permite expresar y experimentar el sentimiento, la intención.
Para devolver el hueso a su sitio, los médicos nativos habían enviado pensamientos de perfección al cuerpo. Cabeza y corazón habían desempeñado un papel tan importante como el de las manos. El paciente esta abierto y receptivo al bienestar y creía en un estado de restablecimiento total e inmediato. Ante su asombro, lo que para ella era milagroso, desde la prespectiva de la tribu era obviamente normal.
En las largas conversaciones que mantuvo con Hombre Medicina y Mujer que Cura, descubrió una nueva e increíble prespectiva sobre la salud y la enfermedad.”Curar no tiene nada que ver con el tiempo –le dijeron. Tanto la salud como la enfermedad se producen en un instante.
No creo, dijo que los Auténticos sean superhombres por el modo en que tratan accidentes y enfermedades. Creo sinceramente –se repitió a si misma- que todo lo que ellos hacen tiene una explicación científica. El hecho es que nosotros construimos máquinas para que realicen ciertas técnicas, y los Auténticos son la prueba de que pueden llevarse a cabo sin aparatos eléctricos.
La humanidad explora a la aventura y con gran esfuerzo, pero en el continente australiano se aplican las más refinadas técnicas médicas a unos miles de kilómetros tan sólo de las antiguas prácticas que han salvado vidas desde tiempos inmemoriables. Tal vez un día se unirán y se completará el círculo del conocimiento.
¡Qué día para una celebración mundial ¡

jueves, 1 de mayo de 2008

LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 4º PARTE.




LAS VOCES DE LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS 4ª PARTE


Aquel día empezó relativamente igual que los precedentes, de modo que nuestra protagonista, no tenía la menor idea de lo que le aguardaba. Desayunaron, ero si, cosa infrecuente.
Durante la plegaria matutina, vueltos hacia el este, dieron gracias por los alimentos recibidos. Enviaron el mensaje diario al reino de los alimentos.
Uno de los hombres más jóvenes se situó en el centro. Los aborígenes le explicaron que se había ofrecido para realizar una tarea especial ese día. Abandonó el campamento temprano y echó a correr por delante de ellos. Llevaban varias horas caminando cuando el Anciano se detuvo y calló de rodillas. Todos se congregaron en torno suyo, mientras él permanecía arrodillado, con los brazos extendidos, meciéndose levemente. Preguntó a Outa que ocurría. El le indicó por señas que guardara silencio. Nadie hablaba pero todos los rostros permanecían atentos. Finalmente Outa se volvió hacia ella y le dijo que el joven explorador que les había abandonado a primero hora estaba enviando un mensaje. Pedía permiso para cortarle la cola a un canguro que había matado.
Por fin la doctora comprendió por qué caminaban siempre en silencio. Aquella gente se comunicaba la mayor parte destiempo por telepatía y ella era testigo presencial. No se oía ni un solo sonido, pero se estaban transmitiendo mensajes entre personas separadas por unos treinta kilómetros.
-¿Por qué quiere quitarle la cola?- preguntó la doctora.
-Porque es la parte más pesada del canguro, y él está demasiado enfermo para transportar el animal cómodamente. El canguro es más alto que él y nos está diciendo que el agua que se detuvo a beber estaba sucia y ha hecho que su cuerpo se calentara demasiado. Le salen gotas de líquido por la cara.
Se envió una silenciosa respuesta telepática. Outa le advirtió que iban a acampar allí el resto del día. La gente empezó a cavar un hoyo en previsión de la enorme cantidad de alimento que nos iba a llegar. Otros empezaron a preparar hierbas medicinales siguiendo las instrucciones de Hombre Medicina y Mujer que Cura.
Varias horas después llego el joven al campamento con la carga de un enorme canguro destripado y sin cola. El animal llevaba el vientre vaciado y cerrado con palos puntiagudos. Las entrañas habían servido de cuerdas para atar juntas las cuatro patas. El joven había transportado los cincuenta kilos de carne sobre la cabeza y los hombros y transpiraba copiosamente. No cabía duda de que estaba enfermo. Ella se quedó mirando mientras los de la tribu se disponían a curarlo y a cocinar nuestra comida.
A la hora de comer sólo se habían asado unos cuantos centímetros de carne; el resto rezumaba sangre. Les dijo que ella tenía que poner su porción en un palo al estilo de los perritos calientes y cocinarlo. ¡Sin problemas ¡Rápidamente prepararon una horquilla a tal efecto.
Mientras tanto, el joven cazador recibía atención médica. Primero le dieron un bebedizo de hierbas. Los que se ocupaban de él, le cubrieron después los pies con la arena fría del hoyo recién cavado. Me dijeron que si conseguían atraer el calor desde la cabeza hacia los pies, su temperatura corporal se equilibraría. Le sonó muy extraño, pero la fiebre disminuyó realmente. Las hierbas resultaron también eficaces en prevenir el dolor de estómago y las diarreas que ella esperaba que aparecieran como resultado de tan dura prueba.
Fue realmente extraordinario. De no haberlo visto con sus propios ojos, no lo hubiera creído, sobre todo la comunicación telepática. Le explicó a Outa como se sentía.
-Éste sonrió y le dijo:
-Ahora ya sabes como se siente un nativo la primera vez que va a la ciudad, ve meter una moneda en un teléfono, marcar un número y hablar con un pariente. Al nativo eso le parece increíble.
-Sí, replicó-. Ambos métodos son buenos, pero el vuestro funciona mejor aquí, donde no tenemos ni viviendas ni cabinas telefónicas.
La doctora imaginó que a sus compatriotas les iba a costar creerse lo de la telepatía mental Aceptarían fácilmente que en mundo hubiera seres humanos que se comportaran con crueldad entre ellos, pero serían reacios a creer que en la Tierra hubiera personas que no fueran racistas, que vivieran juntas con una total compenetración y armonía, que descubrieran sus talentos únicos y propios y los honraran, como honran a todos los demás. Según Outa, la razón primordial por la que Los Auténticos saben usar la telepatía es porque no mienten nunca. No utilizan siquiera una pequeña invención, ni una verdad a medias, ni una grosera afirmación falaz. No mienten en absoluto, de modo que no tienen nada que ocultar. Son gentes que no temen abrir sus mentes para recibir, y que están dispuestas a darse información mutuamente,
Los humanos estaban destinados a comunicarse mediante la telepatía. Las diferentes lenguas y los diversos alfabetos escritos, son obstáculos que se eliminan cuando las personas utilizan la comunicación mental. Pero ella razonaba que eso jamás funcionaría en su mundo, donde la gente roba a su empresa, defrauda a Hacienda y se comete infidelidades. Su gente jamás toleraría una “mente abierta” en su sentido literal. Hay demasiados engaños, demasiado dolor, demasiada amargura que ocultar.
En lo referente a ella, ¿podía ella perdonar a todos los que consideraba que habían sido injustos con ella? ¿Podía perdonarse si misma por los daños inflingidos? Esperaba que algún día fuera capaz de exponer su mente, como los aborígenes, y quedarse mirando mientras otros examinaban sus motivos.
Los Auténticos no creen que la voz estuviera destinada al habla. Para hablar se utiliza el núcleo corazón-cabeza. Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar, y para sanar.
Le dijeron que todo el mundo tiene múltiples talentos y que todos podemos cantar. La cantante que ella tenía en su interior no desaparecería, aunque ella no honrase ese don porque creyera que no sabía cantar.
Más tarde, durante el camino, cuando trabajaban con ella para desarrollar su comunicación mental, aprendió que mientras tuviera algo en el corazón o en la cabeza que siguiera creyendo necesario ocultar, no funcionaría. Tenía que pactar absolutamente con todo.
Tenía que aprender a perdonarse a sí misma y aprender del pasado, en lugar de juzgarse. Ellos la demostraron que lo fundamental era aceptarse, ser sincera y quererse a sí misma para obrar de igual manera con los demás.
Las moscas del Outbak son horrendas. Los enjambres aparecen con los primeros rayos del sol. Infestan el cielo, volando en bandadas ingentes.
Estaba totalmente rodeada de moscas, grandes, que se le metían por los ojos e incluso conseguían penetrar entre los dientes hasta la garganta. Tienen un repugnante sabor dulzón cuando me daban arcadas y me atragantaba. Se le pegaban al cuerpo, así que al mirarse parecía que llevase puesta una armadura negra. Eran grandes y veloces, y había tantas, que era prácticamente insoportable.
La gente de la tribu tiene un sexto sentido para detectar cuando y donde aparecerán. Ellos se quedan inmóviles con los brazos a lo largo del cuerpo y los ojos cerrados.
De ellos, fue aprendiendo a ver el lado positivo de casi todos los seres con los que iban topando, pero las moscas habrían sido su perdición si no la hubieran rescatado. Comprendió perfectamente que una persona cubierta por millones de patas de insectos en movimiento pudiera volverse loca. Por pura suerte eso no le sucedió.
Una mañana, le abordaron tres mujeres. Se acercaron y le pidieron unos mechones de cabello. La doctora llevaba el pelo teñido de color rubio, pero como no había podido verse en ningún lugar, ni en el agua para conocer su aspecto, suponía que llevaba el pelo enmarañado y sucio. Llevaba la cinta que le dio Mujer Espíritu para que el pelo no le cayera sobre los ojos.
Las mujeres olvidaron su idea inicial cuando observaron que bajo el pelo rubio, le crecían mechas de color oscuro. Corrieron a informar al Anciano. Éste era un hombre de mediana edad, tranquilo y de complexión fuerte, casi atlética. En el poco tiempo que habían estado viviendo juntos, había tenido ocasión de observar cuan sinceramente hablaba con los miembros de la tribu y les daba las gracias sin vacilar por la ayuda que hubieran aportado al grupo. Era fácil de comprender por qué ocupaba el lugar de jefe.
Después de acercarse para observar el extraño espectáculo de la Mutante rubia con raíces oscuras en el pelo, el Anciano permitió que los otros echaran un vistazo a la maravilla. Todos los ojos parecieron iluminarse y todos sonrieron de placer. Outa le explicó que sonreían porque a sus ojos se estaba volviendo más parecida a los aborígenes.
Preguntó a varios miembros del grupo cómo podían permanecer eternamente inmóviles, dejando que los insectos les cubrieran el cuerpo. Ellos se limitaron a sonreír. Luego le dijeron que el jefe Cisne Negro Real quería hablar con ella.
-¿Comprendes cuánto tiempo implica un –“para siempre”?- le preguntó-. Es mucho, mucho tiempo. Sabemos que en tu sociedad lleváis el tiempo en la muñeca y hacéis las cosas según un horario, así que yo pregunto: ¿comprendes cuánto tiempo implica un “para siempre”?.
-Sí, le respondió-. Comprendo qué significa “para siempre”.
-Bien –continuó él-. Entonces podemos decirte algo. Todo en la Unidad tiene un propósito. No hay monstruos, inadaptados ni accidentes. Sólo hay cosas que los seres humanos no comprenden. Tú crees que las moscas son malas, que son un infierno, así que para ti lo son, pero sólo porque te faltan entendimiento y sabiduría. Lo cierto es que son criaturas necesarias y beneficiosas. Se meten en nuestras orejas y nos limpian la cera y la arena que tenemos en ellas, después de dormir toda la noche. ¿Te das cuenta de que nuestro oído es perfecto? Si, se meten por nuestra nariz y también nos la limpian.-Señaló su nariz y dijo-. Tus orificios son muy pequeños, no tienes la nariz de un gran koala como nosotros. Los días venideros van a ser mucho más calurosos y tú vas a sufrir si tu nariz no está limpia. Con un calor extremo no se debe abrir la boca al aire libre. De todas las personas que necesitan una nariz limpia, tú eres la más necesitada. Las moscas se nos acercan y se pegan a nuestro cuerpo y nos quitan todo lo que se elimina. –Extendió un brazo y prosiguió-. Mira lo suave y lisa que es nuestra piel, y fíjate en la tuya. Nunca habíamos conocido a una persona que cambiara de color sólo por caminar. Llegaste a nosotros de un color, luego te pusiste roja, y ahora se te está pelando la piel, y algún día iremos al lugar en que las moscas te limpian la piel, y algún día iremos al lugar en que las moscas han depositado sus larvas y se nos volverá a proporcionar el alimento.-Exhaló un profundo suspiro. La miró con fijeza y dijo-: Los seres humanos no pueden existir si eliminan todo lo que es desagradable en lugar de comprenderlo, Cuando llegan las moscas, nos rendimos a ellas. Tal vez tú estés preparada ya para hacer lo mismo.
La siguiente ocasión en que oyó el zumbido de las moscas a lo lejos, desató la cinta para la cabeza que llevaba sujeta a la cintura. Era una cinta que a su alrededor las mujeres aborígenes, habían cosido tendones de canguro y se lo pusieron en la cabeza como una corona, de tal modo, que las cintas de tendones, tapaban literalmente la cara y las moscas no podían penetran en ella. Pero esta vez resolvió hacer lo que sus compañeros sugerían. Así que cuando llegaron las moscas, se fue. Con la imaginación se fue a Nueva Cork, a un balneario muy confortable. Con los ojos cerrados, sentía que alguien le limpiaba las orejas y la nariz. Sintió que cientos de diminutas bolas de algodón limpiaban todo su cuerpo. Por fin las criaturas se fueron y regresó al Outback. Era verdad, la rendición es sin duda la respuesta correcta en ciertas circunstancias.
Se preguntó que otras cosas en su vida consideraba erróneas o difíciles, en lugar de explorarlas para comprender su auténtico propósito. Por primera vez, le pareció que llevaba una vida totalmente honesta. No vestía cierta ropa, como se esperaba de ella en el mundo de los negocios. No se maquillaba. Se le había pelado la nariz una docena de veces. No había fingimiento, ni confrontación de egos para acaparar la atención. En el grupo no se chismorreaba y nadie intentaba superar a nadie.
Sin un espejo que la devolviera espantada la realidad, experimentaba la sensación de sentirse hermosa. Evidentemente se dijo no lo era, pero ella se sentía así. La gente de la tribu la aceptaba tal cual, le hacía partícipe única y maravillosa. Estaba aprendiendo como se siente una persona cuando la aceptan sin condiciones.
Un día les habló de la fiesta de cumpleaños, la escucharon atentamente. Habló del pastel, de las canciones, de los regalos y de la nueva vela que se incorpora cada nuevo año. -¿Para qué lo hacéis?-le preguntaron- Para nosotros una celebración significa algo especial. Pero no hay nada especial es hacerse viejo. No exige ningún esfuerzo, simplemente ocurre.
-Si no celebráis que os hacéis mayores-preguntó- ¿qué celebráis?
-Que nos volvemos mejores –fue la respuesta-. Lo celebramos si este año somos personas mejores y más sabias que el año pasado. Sólo uno mismo puede saberlo, así que eres tú quien debe decirle a los demás cuándo ha llegado el momento de celebrar la fiesta.
“Vaya, pensó, eso es algo que debía recordar”.










sábado, 19 de abril de 2008

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 3º PARTE (bis)

Mientras yacía allí, pensaba en su aventura. ¿Cómo podría describir lo que le había ocurrido aquel día? Se había abierto una puerta y ella había entrado en un mundo que no sabía que existiera. Desde luego no era una vida de lujo, pero supuso que estaría bien después de todo.En el fondo les estaba agradecida por haber aprendido nuevas cosas sobre el modo de vida de otras gentes. Empezaba a comprender que por el corazón humano pasaba algo más que sangre. Cerró los ojos y articuló un silensioso "gracias" al más alto Poder.
Alguién del otro extremo del campamento dijo algo. Lo repitió otro, y luego otro más. Se lo estaban pasando, diciendo todos la misma frase, entrecruzando las voces de las figuras recostadas. Finalmente la frase llegó a Outa, cuya estera era la más cercana a la mía. Se volvió y le dijo: "De nada; éste es un buen día".
Algo sobresaltada a su respuesta a sus pensamientos no expresados, contestó con un "gracias" y un "de nada", esta vez en voz alta.
A la mañana siguiente, antes de que el sol pudiera bañarla con sus rayos, le despertó un ruido de la gete recogiendo las escasas pertenencias diseminadas que habían usado la noche anterior. Le dijeron que los días se hacían cada vez más calurosos, así qu caminarían durante las horas más frescas de la mañana, descansarían y reanudarían el viaje hasta entrada la noche.
Lo que sí aprendió aquel día fue la extraordinaria relación que tiene los aborigenes con la naturaleza. Antes de iniciar la marcha formaron un cerrado semicírculo, encarados todos hacia el este. El Anciano de la Tribu se colocó en el centro y entonó un cántico. El ritmo lo establecieron y mantuvieronn los miembros del grupo, batiendo palmas, dando patadas en el suelo o golpeándose los muslos. Duró unos quince minutos. Era una rutina que se repetía cada mañana y que, según descubrió, constituñia una parte muy importante de su vida en común. Era la plegaria matutina, o el modo de centrarse o de fijar un objetico cada mañana. Esta gente cree que todo en el planeta existe por una razón. Todo tiene un propósito. No hay monstruos, inadaptados ni accidentes. Sólo hay malentendidios y misterios que aún no se han revelado al hombre mortal.
Así pues,cada mañna la tribu envía un pensamiento o un mensaje a los animales, a las plantas que nos aguardan. Dicen:" Caminamos hacia vosotros para honrar el propósito de vuestra existencia"Corresponde a animales y plantas decidir quienes de entre ellos serán los elegidos.
La tribu de los Auténticos no se queda nunca sin comida. El universo responde siempre a su correspondencia mental. La doctora aprendió que el alimento no se daba por supuesto.Primero se solicitaba, se esperaba siempre que apareciera y asi era, en efecto, pero se recibía con agradecimiento, mostrándose siempre una auténtica gratitud. La tribu empieza cada día dando gracias a la Unidad por el día, por sí mismos, por sus amigos y por el mundo. Algunas veces piden cosas concretas, pero siempre se expresa asi: "Es por mi supremo bien y el supremo bien de la vida en todas partes".
La tribu no llevaba provisiones. No plantaba semillas y no participaba en ninguna cosecha. Caminaba por el ardiente Outback australiano, sabiendo que recibiría diariamente las generosas bendiciones del universo. El universo no la deceocionaba nunca.
Llevaban varios pellejos de agua hechos con vejigas de animales. Obsevando a los aborígenes se dió cuenta de que ellos necesitaban mucha menos y bebían menos que ella. Ellos opinan que los mutantes tienen muchos vcios y que el agua es uno de ellos.
Sabían encontrar agua donde no había el más mínimo indicio de humedad. En ocasiones se tumbaban en la arena y oían el agua bajo la superficie o colocaban las manos con las palmas hacia abajo y exploraban la tierra en busca de agua.Clavaban largas cañas huecas en la tierra, sorbían por el extremo y creaan una pequeña fuente. El agua salía arenosa y de color oscuro, pero tenía un sabor puro y refrescante. Conocían la existencia de agua a lo lejos por los vapores que se formaban por el calor, e incluso podían olerla y sentirla en la brisa.
Cuando sacaron agua de una grieta rocosa le enseñaron el modo de acercarse sin contaminar la zona con su olor humano, para que los a nimales no se asustaran. Después de todo, el agua también era suya. Los animales tenían tanto derecho a ella como las personas. La tribu no se la llevaba nunca toda, aunque su provisión de agua fuera escasa en ese momento.
Debido a que su sociedad no fomentaba que los individuos se dejaran guiar por su intuición,e incluso lo miraban con desagrado, considerándolo sobenatural y posiblemente nocivo, le tuvieron que enseñar para que aprendiera lo que se dá de forma natural. Basicamente le enseñaron a preguntarle a las plantas si estaban listas para que las honraran por el propósito de su existencia.Pedía permiso al universo y lueg exploraba con la alma de la mano. Algunas veces notaba calor y otras sus dedos parecían sentir un incontrolable tirón cuando se posaban sobre los vegetales maduros. Cuando la doctora aprendió a hacer esto noté que había dado un paso gigantesco para ser aceptada por los miembros de la tribu. Parecá indicar que ella era un poco menos mutante y que quizá, gradualmente, se estaba volviendo más auténtica.
Era importante que nuncausaran la planta en su totalidad; siempre sedejaba la raíz para que crecieran nuevos brotes.
En los meses siguientes, una serie de alimentos apareció ante ellos para ser honrados como su celebración diaria de la vida univesal; comieron canguro, caballo salvaje, lagarto, serpiente, insectos, gusanos de todos los tamaños y colores, hormigas, termitas, osos hormigueros, pájaros, peces, semillas,frutos secos, fruta, plantas,-tan variadas que su enumeración resultaría inacabable-, e incluso cocodrilo.
Notaba que había perdido la noción de los dias, de las semanas, del tiempo. No volvió a pedir que la llevran de vuelta al jeep.
A medida que iba pasando el tiempo, sus energías físicas alcanzaban cotas insospechadas. Sin nada que comer para desayunar o para almorzar, aprendió a alimentarse con la vista.
Los de la tribu le eseñaron los lugares sagrados del desierto. Al parecer, todo era sagrado: rocas apiñadas, colinas, barrancos, incluso lechos secos y llanos. Parecían existir líneas invisibles que delimitaban el territorio ascentral de antiguas tribus.Le mostraron como miden ellos la distancia con canciones en las que se dan detalles y ritmos muy específicos. Algunas de ellas alcanzan las cien estrofas. Cada una de sus palabras y pausas debían ser exactas. No se podía improvisar ni tener un lapsus de memoria porque se trataba, literalmente, de una vara de medir. En realidad nos llevaban cantando de un lugar a otro. Ellos habían rechazado el lenguaje escrito porque consideran que se pierde capacidad memorística. Si se ejercita la memoria, se retiene un nivel óptimo.
En el desierto la única seguridad era el ciclo infalible de amanecer y ocaso. Como doctora le asombraba que la raza más insegura del mundo según s criterio no padeciera de úlcera, hipertensión ni enfermedades cardiovasculares.
A lo largo de los meses experimentaron los rigores opuestos del clima. La primera noche utilizó la piel que le habían asignado como estera, pero cuando llegaron las noches frías, la utilizó como manta.
Cavábamos hoyos en la arena para echar dentro ascuas ardientes y luego arena por encima. Colocaban en el suelo la mita de las pieles y se tapaban con la otra mitad. Los huecos se compartían de dos en dos. Todos los pies se juntaban en el centro.
Recuerda la doctora haber escudriñado el vasto cielo, con las manos apoyadas en el mentón. Notaba la esencia de la maravillosa gente que me rodeaba, pura, inocente y afectuosa. Aquel círculo de seres vivientes en forma de margarita, con fuegos diminutos entre cada dos cuerpos, constituiría sin duda una asombrosa visión para quien les observara desde el espacio.
Parecía que se tocaran tan sólo con los dedos de los pies, pero día a día aprendió que su conciencia había estado en contacto con la concienca universal de la humanidad desde siempre.
Empezaba a comprender por qué sentían sinceramente que la doctora era una Mutante, y ella era igualmente sincera en su gratitud por la oportunidad de despertar que le concedían.

jueves, 10 de abril de 2008

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 3ºPARTE






Había transcurrido una corta distancia cuando notó un dolor punzante en los pies.Miró hacia abajo y vió que le asomaban unas espinas. Se las arrancó, pero cada vez que daba un paso se las clavaba más.Outa se detubo para esperarla, la expresión de su rostro parecía más comprensiva cuando dijo:"Olvídate del dolor, sácate las espinas cuando acampemos. Fija la atención en otra cosa, Después nos ocuparemos de tus pies.´Ahora no puedes
hacer nada. Al cabo de un rato se detuvieron para descansar un momento y descubrió que casi todas las puntas se habían partido. Los cortes sangraban y las espinas se le habían metido debajo de la piel. Caminábamos sobre spinifex. Es lo que los botánicos llaman hierba de playa, que se aferra a la arena y sobrevive donde hay poca agua
gracias a sus hojas afiladas como cuchillos.Caminábamos en completo silencio. Parecía muy extraño que nadie dijera nada. Sin previo aviso, la columna dejo de caminar hacia el frente y se desvió. Me cogieron por sorpresa; no se había dado ninguna instrucción de variar el rumbo. Todo el mundo pareció darse cuenta menos yo. Caminaban sin rumbo en el desierto. Eso es lo que ella
creía, más adelante se daría cuenta del método de comunicarse entre ellos. No se decían nada, pero se comunicaban por telepatía, digo bien por telepatía. Esas gentes que me parecieron tan ignorantes me tendrían que dar lecciones de lo eficaces que eran sus costumbres.
Por fín llegó el momento de detenerse para pasar la noche
Inmediatamente todos tuvieron algo en qué ocuparse. Encendieron un fuego sin utilizar cerillas. Yo nunca había intentado hacer fuego dando vueltas a un palito en un agujero. En cambio aquella gente era muy experta. Algunos recogieron leña, otros plantas.

Una mujer muy anciana se acercó a mí.Parecía tan vieja como mi abuela, que pasaba ya de los noventa.Unas suaves arrugas llenaban su rostro de pliegues. Su cuerpo era esbelto, fuerte y flexible, pero tenía los pies tan secos y duros que parecían pezuñas. La anciana se quitó una pequeña bolsa de piel que llevaba atada a la cintura y vertió algo que parecía vaselina descolorida en la palma de la mano, Se enteró de que era un ungüento de aceite de hojas. Señaló sus pies y ella asentió a su oferta de ayuda.La mujer se sentó frente a ella, puso sus pies en su regazo, le frotó el ungüento en las llagas hinchadas y entonó una canción. Era una melodía tranquilizadora, casi como una nana. Le preguntó a Outa cual era su significado.

"Le está pidiendo perdón a tus pies" -le contestó-.Les dice que los aprecias mucho. Les dice que todo el mundo en el grupo aprecia tus pies, y les pide que se pongan buenos y fuertes. Hace sonidos especiales para curar heridas y cortes. Pide que tus pies se vuelvan fuertes y duros."

No fueron imaginaciones suyas. Realmente notó que la quemazón, el escozor y el dolor de las llagas empezaban a aplacarse, y sintió un alivio progresivo. Mientras la doctora permanecia sentada con los pies en aquel regazo maternal, su mente desafió la realidad de aquella experiencia. ¿Cómo había ocurrido? ¿Dónde había comenzado?
La invreíble mezcla oleaginosa curativa, que se hacía cociendo hojas y eliminando el residuo del aceite, hizo su efecto. finalmente el alivio que notó en sus pies le dió el valor necesario para pensar en volver a levantarse. Un poco más lejos, a su derecha, había un grupo de mujeres
que parecían haber montado una cadena de producción. Recogían grandes hojas; mientras una
urgaba en los matorrales y árboles muertos con un largo palo, otra sacaba un puñado de algo
y lo ponía sobre una hoja.Luego se tapaba el contenido con una segunda hoja y se doblaba todo

para entregar el paquete a otro que echaba a correr hacia la fogata y que lo enterraba entre las brasas. La doctora sintió curiosidad. Aquélla iba a ser la primera comida juntos, el menú sobre el que se había estado preguntando durante semanas. Se acercó cojeando para verlo más de cerca y se quedó atónita. La mano que hurgaba sostenía un largo gusano blanco.
Volvió a respirar hondo. Había perdido la cuenta del número de veces que se había quedado sin habla durante el día. Una cosa era segura: ¡jamás llegaría a estar tan hambrienta como para comerse un gusano¡ Pero en aquel mismo momentoestaba aprendiendo una lección; nunca digas "jamás". Desde etonces intentó borrar esa palabra de su vocabulario. Aprendió que prefería ciertas cosas y que otras las evitaba, pero la palabra "jamás" no dea espacio para las situaciones inesperadas, y "jamás" indica un lapso de tiempo demasiado largo.
Las noches eran un aténtico gozo entre la gente de la tribu; contaban historias,cantaban, bailaban, jugaban y tenían conversaciones íntimas. Fueron unos días de aunténtica participación.
Aquella noche le explicaron que les habían llegado noticias de mi trabajo con los aborígenes urbanos. A pesar de que aquellos jóvenes no eran nativos al ciento por ciento y no pertenecían a su tribu, mi trabajo les había demostrado que realmente le importaba. Me habían llamado porque ellos creían que ella les estaba pidiendo ayuda. Comprobaron que sus intenciones eran sinceras. El problema era que, tal como ellos lo veían, ella no comprendía la cultura aborígen y menos aún el código de aquella tribu. Las ceremonias iniciales habían sido pruebas, por las que la consideraron aceptable y digna de adquirir el conocimiento de la auténtica relación de los humanos con el mundo que vivimos, con el mundo del más allá, con la dimensión de la que procedemos y la dimensión a la que todos habremos de regresar. Iba a serle revelada la comprensión de supropia existencia.
Outa dijo algo al grupo y cada uno de sus componentes le dijo algo.La informaban de sus nombres.Las palabras le resultaban difíciles, pero afortunadamente los nombres tenían significado. Ellos no usaban los nombres del mismo modo en que nosotros usaríamos "Debbie" o ""Cody" en Estados Unidos, así que relaconó a cada persona con el significado de su nombre en lugar de intentar pronunciar la palabra en sí. Cada uno de los suyos, recibe un nombre al nacer,, pero se sobreentiende que lo perderá cuando crezca y que eligirá un apodo más apropiado por sí mismo. Es de esperar que el nombre de cada persona cambiará varias veces durante su vida a medida que su sabiduría, su creatividad y sus objetivos se definan asimismo con mayor claridad al transcurrir el tiempo. En nuestro grupo se hallaban Cuentista, Hacedor de Herramientas, Guardiana de los Secretos, aestra en Costuray Gran Muica, entre otros muchos.
Finalmente Outa me señaló y repitió la misma palabra a cada uno de ellos. Creyó que intentaban aprender mi nombre de pila, pero luego pensó que lo que intentaban pronunciar era su apellido.
Erraba en ambos casos. La palabra que usaron aquella noche, y el nombre por el que siguieron
nombrandola durante el resto del viaje, due "Mutante".
Outa le dijo que en algunas naciones aborígenes sólo usaban ocho nombres en total; era más bien un sistema de enumeración. Consideraban que todas las personas de la misma generación y el mismo sexo tenían iogual parentesco, por lo que todos tenían varios padres, madres, hermanos, etc.
Después de las presentaciones compartimos una bolsa de té de roca aborígen. Se hacía echando rocas calientes en un recipiente de preciosa agua. El recipiente había servido previamente como vejiga de algún animal. Se añadían luego hierbas silvestres al agua caliente y se dejaba reposar hasta que alcanzaba su punto. Este extraordinario recipiente fue pasando de uno en unoen ambos sentidos.¡ Estaba buenísimo¡
Según descubrió el té de roca de la tribu se reservaba para ocasiones especiales, como el término de su primer dia de caminata. Eran una celebración, un modo de reconocer el esfuerzo del grupo. Sentían que se estaba impregnando de su espíritu aborígen.
Después cada cual se puso a aplanar su franja de arena y sacó un atado de pieles de animales enrolladas del fardo común que transportaban. Una anciana la había estado mirando toda la noche con rostro inexpresivo.
-¿En qué está pensando? -le preguntó a Outa.
-En que has perdido el olor a flores y en que problablemente provienes del espacio exterior.- Sonrió y ella le entregó su atado de pieles. Su nombre era Maestra de Costura-. Es de dingo-le advirtió Outa. Ella sabía que el digno era el perro salvaje de Australia, similar al coyote o al lobo-.
-Lo puedes usar para ponértelo debajo, en el suelo, para cubrirte o para apoyar la cabeza.- Le advirtó Outa. Hacía años que no había dormido en el suelo. Era curioso que el cielo siguiera siendo igual. Supuso que no es había presado demasiada atención a los cuerpos celestes a lo largo de los años. Sobre su caeza había un dosel de cobalto salpicado de plata. Veía claramente la forma que se representaba en la bandera australiana, conocidacomo Cruz del Sur.













miércoles, 9 de abril de 2008

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS 2º PARTE


Me presenté. Él se limitó a asentir y actuó como si supiera quién era yo. Me aferré a la manilla de la puerta cuando rodeamos una plaza, en la que convergían seis carreteras. Cuando enfilamos una de ellas, el sol quedó a mi espalda.El traje e chaqueta de color melocotón que se había comprado, y la blusa de seda a juego, empezaron a molestarme. Ella imaginaba que e hotel donde supuestamente se dirigían estaría al otro lado se la ciudad.
Un tren de carretera (como llaman los australianos a un grupo de camiones con remolque circulando en convoy) pasó por su lado en dirección opuesta.Los camiones emergieron de repente de las ondulaciones que producía el calor en el aire, justo en el centro de la carretera. Nuestra heroína salió de su ensoñación cuando el conductor dió un golpe brusco de volante y dejamos la carretera para enfilar un camino de tierra desigual que se extendía durante kilómetros en medio de una niebla de polvo rojo. Ya no había camino frente a ellos. Iban haciendo eses entre los arbustos y dando tumbos por el accidentado desierto arenoso.
Ella sigue narrando, creo recordar, que la cabeza le rebotaba como si fuera una muñeca de trapo. Cada vez hacía más calor. Les rodeaba una planicie cobriza hasta donde alcanzaba la vista y se perdía en el horizonte. El maquillaje se ina derritiendo por el calor y el coloete rosado, le resbalaba por las mejillas. Habrían de concederme veinte minutos antes de la presentación, para arreglarme. ¡insistiría¡
Qué equivocada estaba....
Cuatro horas más tarde nos acercábamos a un cobertizo de hojalata ondulada-prosigue-. En el exterior ardía un pequeño fuego y dos mujeres aborígenesse levantaron al vernos. Ambas eran bajas y de median edad, iba escasamente vestidas y nos recibieron con una sonrisa. Cuando me bajé del jeep, mi chófer dijo: "Por cierto, soy el único que habla inglés. Seré tu intérprete, tu amigo. Outa se llamaba el chofer y mi "salvador".
Bueno, pensó con resignación. Así que más valía que intentara adaptarse, aunque en el fondo, sabía que no podría.
Las mujeres hablaban con asperos sonidos extraños que no parecían frases, sino palabras sueltas. El intérprete le explico que debía limpiarse para poder asistir a la reuníón. No comprendió a lo quie se refería. Era cierto que estaba echa una calamidad. Todos los miles de dólares que se había gastado en comprarse ropa nueva y joyas para nada. Le tendió un trozo de tela para envolverme el cuerpo, y queal desp'legarse apareció un harapo. Le dijeron que debíaquitarse la ropa y ponérselo. ¿Qué? ¿Habla en serio? Él repitió las instrucciones con severidad. Miró a su alrrededor buscanso un lugar donde cambiarse, no había ninguno. ¿Qué `podía hacer? Al final se quitó la ropa y la doblo con sumo cuidado, y se puso el atuendo nativo. Se sentía ridícula con aquel trapo descolorido y lameto haberse gastado el dinero en ropa "para causar buena impresión". El joven reapareció, también él se había cambiado. Ahora vestía igual que los demas. Recuerda nuestra amiga que se metió las joyas en un zapato, pero tambien le mandaron que se los quitara.
Un manto de espeso humo gris se elevó de los rescoldos cuando añadieron más maleza seca. La mujer de la cinta en el pelo cogió lo qe parecía el ala de un enorme halcón negro y lo habrió para formar un abanico. Lo agito frente a ella desde la cabeza a los pies. El humo se arremolinó sofocándola. Luego la mujer movió el dedo índice dibujando un círculo, lo que interpretó, como "date la vuelta". El ritual de huno se repitió a su epalda. Después le ìdieron que pasara por encima del fuego a través del humo.
Finalmente le dijeron que había quedado limpia y qe podía etrar en el cobertizo metálico. Cuando se dirigía a la entrada, vió que la misma mujer recogía todas sus cosas.Las sostuvo en alto sobre las llamas. Me miró, sonrió y dejó caer los tesoros que tenía en las manos. ¡Todas sus pertenencias arrojadas al fuego¡ Nuestra amiga se quedó helada, a pesar del calor sofocante que hacía. Por un momento su corazón dejó de latir. No pudo reaccionar porque la mujer la miraba con una expresión como que lo que había hecho, era un gesto de amistad. Como el que ofrece una muestra de hospitalidad.
Sólo después, comprendio la simbología que encerraba el acto de quitarme las valiosas joyas que ella consideraba tan necesarias. Aún le fataba aprender que, para aquella gente, el tiempo no tenía nada absolutamente que ver con las horas del reloj de oro y diamantes, entregado para siempre al fuego.
Mucho tiempo después comprendería que aquella liberación del apego a los objetos y a ciertas creencias era un paso imprescindible en mi desarrollo humano hacia el ser.
Entramos por el lado abierto del cobertizo. Su mirada fue atraída por el hombre que lucía el atuendo más trabajado de todos.
El hombr tendió sus manos hacia ella, sonriente. Cuando ella miró sus ojos negros y aterciopelados sentí una paz y seguridad absolutas. Crreo dijo, que tenía el rostro más amable que jamás he visto
Una mujer joven se le acercó a con una bandeja llena de piedras. Probablemente era un trozo de cartón,pero había un montón de piedras tan alto que no podía ver el recipiente. Outa la miró muy serio y le dijo:.Elige una." Elígela con acierto." "Tiene el poder de salvarte la vida."
Miró las pidras tremolando de miedo. Todas le parecían iguales. En ninguna vió nada en particular. Deseó`que alguna brillara o pareciera especial.No tuvo suerte, así que finfió. Cogió una al azar y como si de un triunfo se tratara,la levanto en alto en actitud triunfal.
Enlos rostros que la rodeaban se dibujaron sonrisas radiantes de aprobación, y se alegró metalmente: "¡He escogido la piedracorrecta"¡ pensó.
Después de esto, apagaron el fuego, recogieron sus escasas pertenencias y salieron al desierto.Sus morenos torsos, casi desnudos, brillaban bajo el fuerte sol mientras se colocaban en fila para el viaje. Al parecer,la reunión había concluído. Outa fue el último en salir, pero él tam,bién echó a andar. Tras recorrer unos metros, se volvió y le dijo:
-Ven, ns vamos.
-Adónde? -preguntó.
-De walkabout.
-¿Adónde?
Al interior de Australia.
-¡Fantástico¿ Cuánto dura eso?
- aproximadamente, tres cabios de Luna completos.
-¿Te refieres a caminar tres meses?
-Sí, tres meses, más o menos
Suspiró profundamente. Luego dijo a Outa, que permanecería inmóvil en la distancia.
Hoy no puedo ir con vosotros.Hoy no es un buen día, sencillamente.
Outa, le sonrió.
-Todo está en orden. Todo el mundo sabrá lo que necesita saber. Mi gente oyó tu grito de auxulio. Si alguién de la tribu hubera botado en tu contra, no harían este viaje. Te han puesto a prueba y te han aceptado. Es un honor escepcional que no puedo explicar. Debes vvir la experiencia. Es muy importante que lo hagas en esta vida. Has nacido para ello. La Divina Unidad ha intervenido; es tu mensaje. No puedo decirte mas...
"Ven. Síguenos.- Dió media vuelta y se alejó caminando.
Ella, se quedó allí parada, mirando el desierto australiano. No tenía zapatos, ni agua, ni comida. La temperatura del desierto en aquella época oscilaba entre los 38º y los 55 grados centígrados.
No quería ir. ¡ ¡Por supuesto que no podia irse¿ pensó Era un locura¡
Contempló al grupo, que seguía caminando y que cada vez parecía más pequeño. Las palabras exactas que pronuncié están grabadas en su memoria con tanta claridad como si fueran una hermosa incrustación en lustrosa madera. "De acuerdo, Dios ¡Sé que tienes un peculiar sentido del humor, pero esta vez de verda, que no te entiendo¡
Echó a andar en pos de la tribu de aborígenes que se llaman a sí mismo Los Auténticos.
Hasta aquí la segunda entrega de las memorias de la doctora. Más adelante, continuaré narrando las esperiencias inimaginables de los Auténticos a través del desierto.






lunes, 7 de abril de 2008

LAS VOCES DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS









Este escrito va dirigido hacia una pequeña comunidad de aborígenes asutralianos del desierto del OUTBACK, en el cual intento narrar la enorme espiritualidad que estas personas transmiten hacia toda la Humanidad.
A pesar que el gobierno australiano ha intentado por todos los medios "arrancar"sus costumbres de hace 50.000 años, no han podido borrar el legado que nos han dejado y que intento plasmar en este espacio que me brinda Internet. Paradoja de la vida. Un invento revolucionario del siglo XX, en esta ocasión es un intrumento valiosísimo para dar a conocer a estas gentes, que para no tener, no "tienen nada", sólo lo imprencindible para subsistir en uno de los parajes más hinóspitos del planeta, pero que ellos han conservado a lo largo de miles de generaciones, respetando el medio donde se desenvuelven, cuidándolo y protegiéndolo, con sus costumbres
y ritos ancestrales.Son las voces de estos últimos abirígenes en el estado más puro, que se hacen llamar "Los Auténticos"
Los hechos que aquí se narran están basados en hechos reales. Leí por primera vez, la historia de esas gentes en 1995 y me cautivó. Pienso que su autora me guiará e iluminará para que sepa conducirles hasta el más puro sistema de existencia que se conoce.
La situación actual de los aborígenes es fácilmente observable en cualquiera ciudad de los Estados Unidos, donde la gente de color vive en un barrio concreto, más de la mitad se encuentra en el paro, y la que tiene empleo realiza los peores trabajos. Su cultura parece haberse perdido; como los indígenas americanos, se han visto forzados a vivir en los lugares que se les asigna, y durante generaciones les han prohibido practicar sus ritos sagrados.
Da la impresión de que tanto en América como en Africa y Australia se está intentando mejorar las relaciones interraciales. Sin embargo, en algún lugar del árido corazón del Outback perdura un latido lento, firme y antiguo, y existe un grupo incomparable de personas a las que no les preocupa el racismo sinó únicamente su prójimo y el entorno que lo rodea. Quien comprende esa pulsación comprende mejor al ser humano o a la esencia humana.
Tarde o temprano, el trabajo de la autora del libro que intentaré explicarles como caló en mí, con los aborígenes australianos tenía que salir a la luz. Había ya conseguido inculcar el sentido de la utilidad y el éxito financiero a los jóvenes mestizos de distintas zonas urbanas, siempre a caballo de las dos culturas y reducidos a un infierno de marginación y resentimiento. Pero, para esta doctora norteaméricana, el reconocimiento llegó de una tribu que procedía de la costa opuesta del continente. Lejos de la influencia del hombre blanco, se hacían llamar Los Auténticos y habían peparado un regalo muy especial para ella: un presente que se impus a modo de viaje y que para la autora se inició casi como un rapto. Así fué como esta mujer de más de cincuenta añosperegrinó descalza a la usanza nómada de los aborígenes porel calcinante desierto australino.
En mitad del desierto, al límite de sus fuerzas, acabó por salir airosa del aprendizaje de la supervivencia. Como una niña, debió aprender nuevas formas de comer, de caminar y de comunicarse. Actos de sufrimiento llenos de simbolismo donde las numerosas pruebas que paso, la condujeron hacia su propio centro, hacia ella misma. Fueron cuatro meses de larga marcha en los que tuvo que desnudarse de su cultura y sus prejuicios hasta ser seducida por la filosofía mágica de estos habitantes de la arena y el cielo.
Era una sofocante mañana de octubre. Estaba de pie, frente a la entrada del hotel australiano, esperando a un mensajero desconocido.
Un jepp descubierto enfiló la entrada circular. El jepp se detuvo y el conductor, un aborigen de treinta años,le hizo un gesto con la mano para que se acercara. Él buscaba a una americana rubia. Ella esperaba que la escoltaran a una reunión tribal aborígen. El primer contratiempo se produjo cuando intentó subir con torpes esfuerzos al vehículo, a causa de los zapatos de tacón. Resultó evidente que se había vestido de manera inadecuada. Y lo que le esperaba....